La interna
Ah, la «interna». Una de esas palabras que todo periodista debe aprender para entender que detrás de cada historia hay un conflicto, una rivalidad, una tensión, a menudo entre grupos que buscan fines similares.
La interna dentro de un partido político, la interna del sindicato, la interna de la asociación de víctimas, la interna de un club deportivo… El reflejo de una sociedad que ama el debate y la discusión y una trampa para el que crea que todo es tal como parece.
Sucede que en el interior de las empresas también encontramos internas (¡sorpresa!). Desde quién conseguirá el ascenso hasta quién se quedará con el mejor lugar de estacionamiento. O qué área debe hacerse cargo del nuevo proceso o de tal o cual evento. ¿Y quién debe abogar por calmar las aguas, por apaciguar los ánimos, por resolver la interna dentro de una empresa? Casualmente –o no- el área de Comunicación Interna.
Todas estas internas terminan indefectiblemente afectando al clima laboral, ese que toda organización interesada en atraer y retener talentos, en enamorar a sus colaboradores, y, en definitiva, en ser una buena empresa para trabajar, desea conservar. ¿Cómo hacer entonces para frenar la interna?
Algo es cierto: si bien la Comunicación Interna como disciplina es omnipresente (está en cada cartelera, en cada mail, en cada silencio, en cada reunión, en cada escritorio vacío, incluso fuera de la organización), la Comunicación Interna como área tiene sus limitaciones. Está compuesta solo por una o algunas personas físicas que trabajan de 9 a 18 y que no pueden estar en más de un lugar a la vez. De aquí que sería imposible que estuvieran al tanto de todas las internas que se dan en la institución.
Entonces, ¿quiénes sí podrían estarlo? Son sobre todo los líderes los principales aliados de la CI, quienes deben ser capaces de detectar estos posibles problemas dentro de sus equipos. Algunas empresas eligen designar guardianes de clima, pero que en definitiva también reportan a su jefe directo. Y una vez más, surge la importancia de destacar a los espacios de escucha; formales e informales, son las instancias por excelencia que nos permitirán comprender qué es lo que sucede en verdad detrás de cada mail, comentario, muesca, sonrisa forzada u ojos en blanco.
El rol del área CI es entonces, entre otros, no estar “en todos lados” sino capacitar a los líderes para que generen la confianza necesaria en los colaboradores que les permita animarse a hablar de lo que realmente sienten y piensan. Y para que sepan escucharlos (incluso en sus silencios), adelantándose a los posibles problemas o “internas” organizacionales.
Por menos internas y más Comunicación Interna.