Cultura vía Zoom
La pandemia que estamos viviendo a nivel global afectó a cada empresa de diferente manera y en distinta intensidad. Sin embargo, para todas ellas sin importar sus particularidades, tuvo una característica en común: generó distancias. Y estas distancias plantearon un gran desafío cultural que aún nos tiene ocupados definiendo estrategias para poder hacerle frente. Por eso hoy te proponemos analizar los distintos tipos de distancia que están operando actualmente en nuestras organizaciones y ver cómo desafían a nuestra cultura corporativa.
Distancia física
Cuando entramos por primera vez a un hogar ajeno podemos adivinar un montón de cosas de solo mirarlo. Si está ordenado, si las puertas de los distintos ambientes están abiertas o cerradas, cómo son los cuadros (si los hay), si hay platos apilados en la bacha o no, si hay plantas en el balcón… Siempre decimos que todo comunica. Y esto es así porque más allá de lo que pueda contar el dueño de casa, a veces una imagen vale más que mil palabras. En la oficina pasa lo mismo: un comunicado oficial nos podrá decir “A”, pero la oficina también dice un montón de cosas: “B”, “C”, a veces hasta “Z”. Cosas que ahora, con el teletrabajo, desde hace varios meses hemos dejado de escuchar. La cultura se respira en los pasillos, se palpa en las oficinas, se impregna en nuestro cuerpo y nos hace actuar de una u otra manera. Pero, ¿qué pasa cuando, de forma repentina, dejamos de “convivir” diariamente con esa cultura? Con el paso brusco a la virtualidad, ¿es posible generar y/o mantener una cultura compartida “vía Zoom”? ¿Cómo trasladar nuestra cultura diaria a un entorno virtual? ¿De qué manera podemos seguir identificándonos con nuestro punto de trabajo cuando nos falta una pata tan importante, la física? La respuesta requerirá un esfuerzo por parte del área de comunicación interna y de los líderes de la empresa, ya que no quedará otra solución que incrementar nuestro caudal de mensajes “no físicos”.
Distancia entre lo conocido y lo desconocido
Decía Boiarov que el teletrabajo no es una profesión, sino una forma de desarrollar una tarea y requiere una reorganización cultural para la eficiente aplicación de esta manera de trabajar. La cultura nos remite a nuestra historia, a nuestros valores y tradiciones, nos brinda la seguridad de lo conocido, mientras que el cambio nos empuja hacia lo nuevo e inexplorado. Entonces, con todo cambio debemos reorganizar nuestra cultura para evitar que desaparezca. Porque el cambio muchas veces es percibido como amenaza a nuestra forma de hacer las cosas, de pensar los negocios, de relacionarnos. Amenaza nuestra cultura, y es por eso que muchas veces en estas situaciones nos apegamos a nuestros rituales, héroes y relatos tradicionales. La cultura, per se, pone una barrera al cambio. Pero ahora el cambio (que trajo la pandemia) nos puso una barrera a nosotros: si no cambiamos, no trabajamos.
Distancia emocional
La distancia física tal vez rompa con la intimidad en el vínculo de los líderes con su gente. La creciente distancia con lo ya conocido seguramente traiga incomodidad y hasta temores. Entonces, la organización entera deberá alentar iniciativas de distinta índole para que el impacto de estas distancias sea positivo en la cultura organizacional (porque que la afectarán, la afectarán. Dependerá de nosotros el “cómo”). Básicamente lo que debemos evitar es que esta situación nos lleve a una tercera distancia, la emocional. Quienes conduzcan equipos necesitarán hacerse de los dispositivos necesarios para generar cercanía, empatía y demostrar confianza en estas nuevas formas de trabajar. Aquí entra a jugar la función social de la comunicación interna con una relevancia pocas veces antes vista. Será trabajo del comunicador colaborar en el refuerzo de los vínculos, en la generación de momentos de conexión virtual y emocional que, si bien no suplantarán el hecho de vernos todos los días en la oficina, podrán paliar el individualismo o el encierro al que hemos sido sometidos.
Estamos en las puertas de una nueva cultura. Una cultura de las pantallas, de la digitalidad, de las (sanas) distancias. La comunicación interna puede ser el puente que ayude a las organizaciones a transitar estos desafíos para que ingresemos de manera satisfactoria a un nuevo universo laboral, en el que todavía tenemos todo por descubrir.