CI sin miedo al éxito
Que aplauda quien nunca haya intentado esconder un error. -Sonido de grillos-. ¿Nadie? No nos sorprende. Es lo más normal del mundo. ¿A quién le gusta reconocer una metida de pata?
Hace unos días, navegando Linkedin, encontramos un post con bastante interacción que decía: Mostramos más los éxitos que los fracasos. Hasta hay sesgos que nos llevan a eso. Pero fracasamos mucho más que las veces que tenemos éxito.
Lo cierto es que no tenemos datos estadísticos como para comprobar la afirmación, pero a priori parece cierta -incluso el post tuvo muchas adhesiones-. Asumiendo entonces la hipótesis como verdadera, ¿por qué tendemos tanto a ocultar nuestros errores? La respuesta: es cultural. Es la cultura del éxito en la que vivimos. Durante mucho tiempo hemos necesitado mostrarnos como gente exitosa. Pero tenerle miedo al error es tenerle miedo al éxito.
Según la experta Alejandra Marcote, tenemos muy internalizado desde nuestra infancia que el error es algo negativo, lo cual anula automáticamente cualquier proceso de mejora continua, y arrastramos esta creencia durante toda nuestra vida llevándola -claro- al ámbito laboral.
Durante mucho tiempo hemos necesitado mostrarnos como gente exitosa. Pero tenerle miedo al error es tenerle miedo al éxito.
Listo, tiremos la toalla entonces. Está todo perdido. Bueno, no todo. Sabemos que un cambio cultural lleva siempre mucho tiempo, y este es directamente proporcional a cuán arraigado esté el hábito a desterrar. Y este cambio (el de aceptar y aprender de los errores) viene a modificar un hábito muy profundo y antiguo, que justamente por eso lleva muchos años de intentos de cambio. Esfuerzos que finalmente, poco a poco, comienzan a dar frutos.
Por supuesto que nuestra mirada y experiencia está puesta siempre en la comunicación empresarial, particularmente en la interna, y por eso es aquí donde podemos ver a ese cambio asomar tímidamente pero a paso firme. Cada vez más organizaciones están buscando invertir la ecuación, porque entienden que detrás de cada éxito hay miles de fracasos, y por ende, estos fracasos son bienvenidos: son parte de un proceso exitoso.
Tenemos muy internalizado desde nuestra infancia que el error es algo negativo, lo cual anula automáticamente cualquier proceso de mejora continua.
Es sabido que a los procesos de cambio, además de transitarlos, hay que comunicarlos. Claro que es necesario tener un real convencimiento y no solo “darle la bienvenida a las equivocaciones” de la boca para afuera. No sirve de nada decir en público que “aquí celebramos los errores” si luego -cuando la puerta de la oficina se cierra- los mismos se castigan. Por eso una de las cosas que siempre medimos en cualquier auditoría de comunicación interna es la credibilidad de las comunicaciones, y uno de los atributos de la credibilidad es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
No sirve de nada decir en público que “aquí celebramos los errores” si luego -cuando la puerta de la oficina se cierra- los mismos se castigan.
Ahora bien, no caigamos en la ingenuidad: sabemos que toda innovación conlleva el riesgo de hacerlo mal. Es casi imposible innovar sin equivocarse. Y es de estos errores a los que hacemos referencia cuando hablamos de abrazar el error -por supuesto que no vamos a salir a festejar una ineficiencia: no seguir un proceso establecido no es un error, y lo único que hay por aprender de esta situación es a respetar las normas y los procedimientos-.
Hecha esa salvedad, entonces sí, caigamos en algo trillado (pero no por trillado menos cierto): el error es una oportunidad de aprendizaje en las organizaciones. Por eso:
- Aceptar y superar equivocaciones es una habilidad valiosa que necesitamos desarrollar en los equipos.
- Hablar sobre los errores para entender por qué se generaron es clave para no repetirlos. Pero no debemos centrar el mensaje únicamente en el “no los repitamos”, sino también en “qué bueno que hemos aprendido esto”.
- El ejemplo, como siempre, debe venir del liderazgo: las responsabilidades son top down y así deben mostrarse.
No seguir un proceso establecido no es un error, y lo único que hay por aprender de esta situación es a respetar las normas y los procedimientos.
¿Cómo podemos contribuir desde el área de Comunicación Interna para eliminar del diccionario de sinónimos la equivalencia error = fracaso? Suponiendo que esta es una convicción real de la organización, entonces desde CI es posible hacer nuestro aporte hablando de la innovación como un valor empresarial, y admitiendo de antemano los riesgos que conlleva. En concreto, facilitando espacios para celebrar los errores. Bloques dentro del townhall empresarial. Podcasts o noticieros internos. Charlas tipo TED. Reconocimientos al error del año (ese que dio inicio al proceso de búsqueda de un resultado final exitoso). Cualquiera sea el espacio, todos tienen algo en común: despegar la connotación negativa de la palabra fracaso y asociarla al término aprendizaje para que, internamente al menos, otras personas puedan inspirarse, animarse a tomar riesgos y no cometer los mismos errores.
Todo sirve. Todo suma. Cada error cuenta. Por eso, contemos los errores.