El día en que me enamoré de la comunicación interna
Era un 1ro de noviembre, fecha de mi cumpleaños número 22, cuando por primera vez oí hablar de la comunicación interna. Fue en ocasión de una entrevista laboral para ocupar el cargo de asistente en una consultora que se dedicaba a esta materia. “¿Sabés lo que hacemos?” –me preguntó, sonriendo, el entrevistador. Casi como anticipando la respuesta. Y la verdad es que si bien algo había googleado, o intentado googlear, mucho contenido al respecto no había a disposición de los interesados.
Es desde hace unos pocos años que, al menos en América Latina, la comunicación interna comenzó a resonar por los pasillos de las organizaciones. Siempre con un perfil muy bajo, por medio casi de susurros o suspiros, comenzó a instalarse, a posicionarse, a ser valorada y requerida cada vez más por los decisores de muchas empresas e instituciones.
Pero volviendo a la pregunta, no. La verdad es que no tenía muy en claro a lo que se dedicaban, ni cuando me postulé por primera vez vía web ni cuando asistí a la entrevista. Les fui franca; me intrigó el término, lo asocié con comunicación intra-empresarial, pero jamás me imaginé que había todo un mundo detrás de la comunicación interna; planes de medios, mediciones, entrevistas, focus groups, eventos, voceros, capacitaciones, diseño… tampoco imaginé el vuelo que tenía la actividad, lo profundo que indagaba ni lo alto que escalaba. Quien se dedica a la comunicación interna llega a ser un aliado del CEO de la empresa, se mete en el corazón de la misma, entiende su esencia más que cualquiera. “¿Todo eso voy a hacer yo? ¿voy a poder con todo?”, recuerdo haberme preguntado a mí misma. Preguntas que volvieron a surgir el día en el que me avisaron que había conseguido el trabajo. Pero sí, resulta que pude. Con mucho aprendizaje de por medio, pero logré paulatinamente ir abarcando ese enorme universo que no me dejó de enseñar en cada uno de los 8 años que pasaron desde entonces. Decir que fue amor a primera vista sería un cliché. Decir que no lo fue, sería faltar a la verdad. Lo cierto es que desde que comencé mi vínculo con esta especialización, me apasionó cada día un poco más.
Hoy puedo decir que estoy enamorada de la comunicación interna. Sé que no muchas personas tienen la suerte de dedicarse a aquello que los apasione, que los haga felices, que le dé sentido a su trabajo. A mí la CI me hace vibrar, cada nuevo proyecto es un desafío hermoso, por más complicado o enroscado que se presente, nada es imposible de resolver desde la comunicación. La peor noticia se puede ablandar, la mejor novedad se puede exacerbar, y si tenemos el foco bien puesto y hacemos nuestro trabajo a conciencia, podemos lograr un mundo corporativo mucho más abierto y transparente. Y lo mejor de todo: trabajo con un grupo de profesionales que sienten y piensan lo mismo que yo respecto de este metier. Que se comprometen, que se involucran, que buscan aprender cada día un poco más. Los colegas con los que comparto mis proyectos también están todos enamorados de la CI. Es nuestra especialidad, es a lo que dedicamos montones de horas diarias, es aquello para lo que estamos siempre disponibles, encontramos un hueco, trabajamos, nos capacitamos.
Cuando buscamos amor en el diccionario, recién la tercera acepción de la Real Academia incluye el concepto de “algo”. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo. Pero la séptima acepción es aún más precisa: Esmero con que se trabaja una obra deleitándose en ella. La comunicación interna es nuestra obra, y queremos compartirla con quien esté dispuesto a recibirla. Apasionemos a los demás; enamoremos a los colaboradores, seduzcamos a quienes no la conocen, reconquistemos a quienes se hayan distanciado. Innovemos, demos todo de nosotros. Esparzamos el amor por la comunicación interna.
Por: Florencia A. Giaquinta.
Ejecutiva de cuentas en Vector C
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