Comunicación Interna restringida: ¿mito o realidad?

Piensa en un vehículo de Comunicación Interna de alcance masivo. ¿Ya está? El primero que se te haya ocurrido, no hagas trampa. ¿Listo? Si en tu mente apareció el correo electrónico, tu respuesta coincide con el 72% de las respuestas brindadas por colaboradores en distintas funciones administrativas a quienes les hicimos la misma pregunta. Si este también es tu caso, por favor sigue leyendo, te puede resultar de interés.

La palabra clave en la pregunta es masivo. Cuando pensamos en medios masivos de Comunicación Interna, esos que llegan a todo el mundo, lo primero que tendemos a pensar es en el e-mail (la intranet fue la segunda de las respuestas obtenidas con mayor frecuencia). Pero, ¿qué pasa con todas aquellas personas que no trabajan en una oficina y que no tienen acceso a un ordenador durante su horario de trabajo? El correo en ese caso, ¿sigue siendo un medio masivo?  ¿Nos encontramos ante un caso de Comunicación Interna “restringida”, es decir, solo para aquellos que tienen acceso a estos dispositivos?

El primer análisis que hay que realizar a la hora de comunicar un mensaje (además del mensaje en sí, por supuesto) es el público que lo estará recibiendo. Hay miles de vehículos a disposición, pero no todos son indicados para el total de las situaciones. Aquí es donde entra a jugar la importancia de la segmentación de audiencias, que nos ayudará a pensar en el uso más conveniente de cada vehículo.

Obviamente, si una de las sedes de una empresa se compone casi en su totalidad por operarios en la línea de producción, ni el e-mail ni la intranet serán los vehículos más adecuados para llegar a este público. Por este motivo es que es tan importante tener en cuenta, además del canal justo, el timing, el público y el mensaje en sí que se quiera comunicar.

si bien es cierto que con este tipo de públicos muchas veces estamos más “limitados” (nótense las comillas) a la hora de comunicar, esto no significa que la Comunicación Interna se vea restringida. No es necesario desanimarse; existen otros recursos. Puesto a un lado el correo, nos quedan la comunicación cara a cara, las videoconferencias, las carteleras –impresas o de papel-, las radios corporativas, los videos, los ploteos de paredes, pisos, puertas, manteles en la cafetería, los afiches, banners, acciones presenciales de alto impacto (y un enorme etcétera). ¡Y eso que solo estamos hablando de comunicaciones masivas!

Claro que no todos los vehículos mencionados tendrán el mismo impacto ni servirán para comunicar cualquier temática. Son tantos y tan distintas sus utilidades, que es conveniente realizar un plan que organice el ecosistema de medios que tenemos a disposición.

Una vez que pudimos sentarnos, pensar, analizar y ordenar la batería de recursos con los que contamos, el panorama se presentará mucho más claro, porque para cada vehículo “restringido” habrá un reemplazo natural (o pensado por el responsable de Comunicación Interna). ¡Solo es cuestión de buscarlo, y de apelar a la creatividad de cada uno! Como vemos, son muchas las opciones para comunicarnos, y lo que a primera vista parece una restricción, finalmente no lo es tal.

Si volviera a preguntarte por el primer vehículo de alcance masivo de Comunicación Interna que se te ocurra, ¿pensarías en el e-mail?

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