Hacer foco

Más de una vez, seguramente, nos han dicho “haz foco”; “focaliza”; “enfócate”. ¿Le dimos a esas frases el valor o el peso que la acepción de la palabra tiene?

Foco, según la Real Academia Española, es “lugar real o imaginario en que está como reconcentrado algo con toda su fuerza y eficacia, y desde el cual se propaga o ejerce influencia”. Bien. Aquí queríamos llegar.

En Vector C consideramos que los focos son los temas clave de la organización. Pero no nos detenemos en eso, porque están directamente relacionados con los objetivos del negocio. Es decir que los focos traducen a un lenguaje “universal” aquello que en las altas esferas puede sonar lejano, técnico o complicado.

¿Por qué nos tomamos el trabajo de “traducir”? Porque queremos que cada persona que forma parte de la organización esté empapada de esos mensajes clave, los haga carne, los internalice. Entonces, buscamos que actúe en consecuencia. De esta manera podrá tomar decisiones alineadas con los objetivos corporativos, en cada cosa que haga o piense, diga o sienta. Y ya sabemos que si logramos este efecto sinérgico entre todas las personas de una empresa, no hay quien la detenga.

Vincular lo que se debate como prioridad organizacional en la mesa del directorio con el quehacer diario de cada persona, es fundamental para que los resultados esperados puedan hacerse realidad. ¿No es más sencillo acaso decidir entre distintas opciones si conozco cuál es mi objetivo? Por este motivo, la convivencia entre mucha gente profesional, con oficio o responsabilidades diferentes debe tener un norte en común, establecido por quienes llevan adelante la compañía.

¿Y cómo hacer para que todo el mundo se alinee? Empecemos por el principio y demos a conocer el objetivo. Adaptémoslo a sus realidades, a su gestión diaria. Expliquémosles y cerciorémonos de que han comprendido. Preguntemos y repreguntemos. No busquemos necesariamente acuerdo, pero sí compromiso.

Una vez determinados los focos (idealmente en conjunto con quien ocupe el rol de CEO), éstos deben entrar en un sistema de canales de lo más variados: verbales (reuniones, eventos), escritos (medios internos: cartelera, revista, Intranet, etc.), pensados (el compromiso individual de los colaboradores) y mantenerse en circulación.

Y volver. Volver para comprobar que se han comprendido. Volver para medir su efectividad. Volver para reforzar los puntos débiles. Volver para saber cómo están siendo internalizados y cuál es el grado de aplicación al día a día que estamos logrando.

Volver para que CEOs y sus directorios sepan que la comunicación interna conecta a las personas con los objetivos de la organización. Y que es una aliada estratégica. Un amortiguador de crisis y un potenciador de buenas noticias. Pero por sobre todo, un transmisor de directivas organizacionales, que mantienen vivo al negocio.

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