La importancia del objetivo común
Hablemos del objetivo común de las empresas. ¿Todas lo comunican? Mejor aún, ¿todas lo conocen? Nuestra disciplina se ha probado en más de una oportunidad como una herramienta de suma importancia para la vida organizacional. Sin embargo, debe seguir haciéndolo: debe continuar probándose a sí misma y probándole a los demás esta relevancia para impedir ser dejada de lado, para lograr que le asignen presupuesto, para no correr (tan) detrás del marketing o la publicidad.
¿Por qué decimos que es tan clave? Porque permite dar sentido, aglutinar, empatizar, escuchar, marcar rumbos y tendencias, orientar las tareas… y por otros tantos motivos, ya sea que se trate de una empresa de veinte, cien o miles de colaboradores. Pero para que esto suceda, hay que saber por dónde comenzar a trabajar la CI. Y si bien el rol de la comunicación en el seno de una organización ya desde hace algunos años comenzó a ser más valorado, aún no está del todo claro cuál debe ser el primer paso para una gestión profesional.
Tal vez el primero y el más importante sea tener un objetivo común. Es decir: el área de Comunicación Interna debe conocer el objetivo organizacional, transformarlo a unos pocos objetivos comunicacionales, y hacer lo necesario para transmitirlos a todos los colaboradores, del primero al último. No se trata de salir a comunicar a mansalva, sino de ordenar todos nuestros mensajes detrás de este propósito pensado y consensuado por los líderes de la organización.
No es poco corriente encontrarnos con muchísimos canales a disposición del área de Comunicación Interna, por los cuales se transmiten distintos mensajes –a veces contradictorios y no siempre con un hilo conductor-. ¿Por qué sucede esto? La respuesta a la pregunta es simple (porque hay falta de planificación y porque no se pensó en el objetivo que se quiere lograr), pero la solución al problema requiere de un trabajo estratégico codo a codo junto con la Dirección de la organización.
Luego de haber detectado ese objetivo, es conveniente “desagregarlo” hasta establecer qué queremos lograr con el mismo. ¿Que la gente sepa algo? ¿Qué digan algo? ¿Que hagan, que internalicen, que crean, se convenzan, adhieran…? En razón de esto será que transformaremos nuestro objetivo en distintos mensajes (que pueden interpretarse a través de actitudes, acciones y comportamientos, no solo a través de canales típicos y formales de comunicación). Es decir: a veces la palabra (escrita u oral) basta por sí misma, pero a veces es necesario reforzarla con comportamientos que avalen lo que se está queriendo transmitir. En otras palabras: dar el ejemplo.
El objetivo común permitirá lograr un sentido de pertenencia, un porqué, una razón de ser a la labor diaria de cada persona. Si surgen tensiones, problemas de relacionamiento entre equipos o entre áreas, el propósito compartido (si fue lo suficientemente bien transmitido) debería ser capaz de traspasar cualquier barrera personal o interpersonal relacionada con nuestro trabajo. El objetivo común será el que nos permitirá ver el bosque más allá del árbol que nos hace sombra. Sin técnicas de marketing ni publicidad engañosa. La comunicación interna, si el propósito es claro, no las necesita.