El valor del ejemplo en comunicación interna
“Se educa más con el ejemplo que con el relato”. Ya lo decía Quino, el gran humorista argentino (una rima involuntaria pero que hubiese sido un gran slogan), padre de Mafalda. Y nos enorgullece saber que desde Vector C estamos del mismo lado que este artista. El valor del ejemplo en comunicación interna (y en todos los ámbitos de la vida, ¡incluso en el Scrabble!) es inmenso y vale más que mil palabras.
Hace mucho tiempo que no hablamos sobre nuestra Escala de Internalización®. Esta es parte de nuestra metodología, y explica cómo van calando los mensajes en la mente de nuestra audiencia (el talento para el área CI, o estudiantes en el ejemplo de la cita de Quino) dependiendo de las distintas acciones que realicemos para darlos a conocer. Es posible difundir un mensaje de miles de maneras, una más creativa que la otra, con acciones ostentosas, diseños impactantes, merchandising carísimo con la PUC (propuesta única a comunicar) impreso hasta en las asas de las tazas. Pero nada de esto garantiza que el mensaje cale hondo, que la gente se lo apropie, que lo hagan carne y que generen por ende un cambio de actitud y de hábito en base al mismo.
También es cierto que desde el área de comunicación interna no siempre se busca este cambio de hábito. A veces, simplemente deseamos dar a conocer un mensaje (que se sepa que en el comedor este mes habrá snacks gratuitos todos los días, que se recuerde el número de teléfono al que llamar en caso de denuncias, que el contacto designado ante problemas de IT es Sebastián Ramírez o Ana Benítez). Hasta aquí, basta con el mero relato. Pero si lo que queremos es ir un poco más profundo, entonces se necesita del ejemplo.
¿Estamos mostrándoles el camino a nuestros colaboradores a través de acciones, o simplemente lo estamos haciendo por medio de palabras? ¿Está acaso el equipo de líderes convencido del cambio que deseamos generar, o no les importa? ¿Se los hemos explicado? ¿Les hemos contado los motivos por los cuales estamos pidiendo estas modificaciones? ¿Los hemos motivado a cambiar? ¿Hemos escuchado sus preocupaciones? Sin la predisposición al cambio no hay acción posible. Y sin acción concreta, sin ejemplo de parte de la cúpula, nos queda únicamente un relato sin sustento, sin la fuerza suficiente para traccionar el cambio deseado.
Siempre nos parece parece un buen momento para hacer esta reflexión y poner en alza el valor del ejemplo. Solo mediante el mismo es posible cambiar actitudes y generar nuevas formas de hacer las cosas. Solo el ejemplo puede borrar aquello que se hacía de una manera y que deseamos cambiar (es un elemento tan potente el ejemplo que incluso es el único que puede borrar la falta de credibilidad y comenzar a generarla nuevamente). No hay mejor campaña de comunicación interna (o de marketing interno) que el ejemplo que nos dan los líderes.