La cadena de valor en las empresas

Cobra Kai vs. Miyagi Do: una metáfora de rivalidad entre áreas

Dos dojos enfrentados, una rivalidad eterna. Sus integrantes se cruzan por los pasillos y se les crispa el pelo, se arrojan miradas de odio, murmuran insultos por lo bajo. De un lado tenemos al área de ventas, representando al dojo Cobra Kai. Esta gente está altamente motivada, se quiere comer el mundo, es pura acción. Todo vale (dentro de los límites de la legalidad, la ética y la moral) con tal de llegar al objetivo, lograr el bono, concretar la venta, conseguir un nuevo cliente, obtener la deseada comisión. 

En el lado opuesto del tatami tenemos al área de producción, representando al dojo Miyagi Do. Son colaboradores más analíticos, que evalúan cada decisión antes de llevarla a cabo, y que cuentan con procesos bien definidos casi como un mantra. Saben que para poder fabricar el producto debe pasar por distintos estadios de la cadena de montaje, y que no se puede llegar al producto final sin tener antes varios productos intermedios.

Dijimos que se trata de una rivalidad eterna. Más de tres décadas después del estreno de Karate Kid, en su secuela Cobra Kai los dos dojos -o las dos áreas- siguen enfrentados. Pasa en el cine, pasa en las empresas. Ahora en 2020, Johnny Lawrence abre su propio dojo para reconciliarse con el pasado. Ya no repetirá los mismos errores. ¿O sí? La respuesta no os sorprenderá. Porque Daniel Larusso sigue en el barrio, así como el área de producción sigue en la empresa. Porque se necesitan mutuamente, pero se llevan a las patadas.

Strike first, strike hard. Sí, pero ¿estamos pensando en que el golpe lo recibirá alguien de nuestro propio equipo? Porque la empresa toda es un gran dojo, no solo nuestra área. Por lo general, Producción recibe los problemas que causa el comportamiento impulsivo de Ventas al intentar ganarse a un cliente. “¿Cómo voy a producir esto que vendieron, si no es parte de nuestro portfolio de productos?” “¿De qué manera puedo fabricar esto que prometieron si no tiene sustento detrás?”. En nuestro recorrido por decenas de organizaciones hemos entrevistado a otras tantas decenas de colaboradores del área de Producción y las quejas rondan siempre en torno a preguntas del estilo de las que hemos planteado. La cadena de valor se rompe siempre, inevitablemente, en este punto. No importa el rubro de la organización, no importa que venda productos o que ofrezca servicios, la “rivalidad” de estos dos dojos es un clásico más clásico que Karate Kid. 

Al igual que en el karate, en una empresa el balance es esencial. Desde comunicaciones internas una de nuestras funciones es reconstruir esta cadena de valor, y buscar este equilibrio -que solo se logra si las áreas están bien comunicadas-. No puedo salir a vender lo que el otro no produce. ¿Sé bien lo que la empresa tiene para ofrecer? ¿Conozco toda la oferta de productos o voy como un autómata vendiendo lo que siempre vendí? ¿Hay alguna manera de producir lo que los vendedores quieren ofrecer, o estoy concentrándome solo en lo que ya sé fabricar? ¿Lo que produzco va de la mano con lo que el mercado necesita? Como se ve, no hay un “malo” ni un “bueno” en la película empresarial*. Para que estas preguntas puedan ser planteadas y respondidas, se necesita diálogo. Instancias de conocimiento entre áreas, poder empatizar con el trabajo del otro, saber qué necesita de mí y qué tanto puedo darle, y viceversa. Somos áreas distintas, pero pertenecemos a la misma organización. Tenemos, lógicamente, funciones súper diferentes, pero ambas pueden complementarse tan bien como encerar y pulir. Si logramos el equilibrio, el resultado será perfecto. 

 

*En este post tomamos el caso de dos áreas pero la falta de conciencia sobre la importancia de la cadena de valor puede trabajarse en muchas otras.

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