Los dueños de la cultura
Todas las organizaciones tienen su propia cultura. Esta varía mucho entre una y otra porque cada empresa es un mundo, pero ninguna deja de tener una cultura propia. Algunas poseen su misión, visión y valores explícitos, incluso principios de acción o comportamientos deseables, todo esto formalmente comunicados. Mientras tanto, otras no los tienen desarrollados de manera oficial. Así y todo, la cultura siempre está presente, subyacente en cada una de las acciones organizacionales. Es, básicamente, lo que le da vida a una institución, lo que le permite a los colaboradores formar parte de un gran todo, compartir una manera de ser y de hacer las cosas.
La pregunta del millón
Sin embargo, ¿quién es el responsable por generar dicha cultura? ¿Son los líderes? ¿Es el equipo de Recursos Humanos? ¿Son los propios colaboradores? Parece que no hay una respuesta clara a esta pregunta. O al menos, eso demuestra el último estudio realizado por The Workforce Institute, en donde se consultó a más de 1800 profesionales de Recursos Humanos, managers y colaboradores sin gente a cargo dentro de los Estados Unidos durante el 2016.
En el mencionado estudio, se le preguntó a esta muestra quién define la cultura dentro de una empresa. Sorprendentemente, los tres grupos de entrevistados respondieron que se consideraban responsables por esta tarea (ellos, no el resto, claro). La gente de Recursos Humanos se cree generadora de cultura per se, ya que es quien se encarga de difundirla “oficialmente”. Los managers también parecen creer ser los responsables por la cultura, ya que, al estar más alto en la cúpula, son un modelo a imitar por el resto. Finalmente, los colaboradores también se piensan generadores de cultura, sintiéndose la parte más importante de la misma.
Un reto para todos los comunicadores
En resumen, los números arrojaron que todos se sienten generadores de cultura organizacional. Y esto debería sorprendernos. Pero para bien, ya que es exactamente lo que queremos: colaboradores protagonistas, responsables, activos, que se sientan parte. Justamente, el rol de la Comunicación Interna es involucrar a todos los colaboradores en el proyecto empresarial, ya que este es colectivo. Sin embargo, esto implica que hay que trabajar en un cambio en la manera de pensar y de percibirse como grupo, como un todo, y no como áreas o estamentos aislados. Porque al final de cuentas, ¿qué sería de la organización sin aquellas personas que la hacen avanzar?
Para conocer qué otros resultados arrojó el estudio, click aquí.