Consumo corporativo responsable: ¿qué rol jugamos?

Términos como sustentabilidad, sostenibilidad o impacto positivo están cada vez más en el centro de los mensajes organizacionales, pero muchas empresas no saben aún de qué manera acompañar esos mensajes con acciones concretas que vayan más allá de una campaña de reciclaje o una jornada de voluntariado. Por suerte, pudimos conversar con Nancy Lago (consultora, docente y escritora sobre temas de ambiente y desarrollo sostenible) para que nos ayude a comprender su alcance en un mundo cada vez más consciente de los desafíos ambientales y sociales que debemos enfrentar.

 

Cuando pensamos en impacto positivo lo asociamos más que nada en un impacto medioambiental. Pero nos da la sensación de que la idea se queda corta, ¿esto es así?

Efectivamente. Los impactos positivos no quedan restringidos al ambiente: el compromiso con políticas en ESG (ambiente, sociedad y gobierno) puede tener un efecto positivo en la competitividad. La adopción de prácticas sostenibles es fundamental para satisfacer las preferencias de los consumidores, especialmente de las generaciones más jóvenes, quienes valoran la transparencia y la responsabilidad ambiental y social de las marcas.

Es cierto, y muchas organizaciones lo explotan muy bien dentro de sus atributos de marca empleadora. Sin embargo, al hablar de impacto positivo o de sostenibilidad, se suele relacionar más que nada con acciones internas de reciclaje, cuidado del agua, acciones de voluntariado o campañas de reducción de papel. ¿Se puede jugar otro rol en la búsqueda de mejorar el desempeño en materia de sustentabilidad?

¡Claro! Las empresas no solo deben trabajar en sus propias actividades, sino que se necesita ampliar el alcance de sus políticas a su cadena de abastecimiento. Las compras sostenibles, entendidas como aquellas compras que tienen el mayor impacto positivo ambiental, social y económico posible durante todo el ciclo de vida, constituyen una herramienta fundamental para lograr este objetivo. Ahí es cuando hablamos de consumo corporativo responsable, una herramienta muy poderosa para el desarrollo sostenible. Al considerar conceptos como producción y consumo responsables, compras sustentables y ciclo de vida de los productos, las empresas pueden generar un impacto positivo en el planeta.

¿De qué manera se podría iniciar este camino hacia el consumo o las compras organizacionales más sustentables? ¿Qué alianzas es clave tejer?

La transición de procesos de adquisición basados en criterios tradicionales hacia otros más integrales, que consideran aspectos como prácticas laborales, derechos humanos o impacto ambiental de los proveedores, requiere de una revisión de las políticas y estrategias empresariales. En esta transición, el primer paso consiste en evaluar el impacto ambiental y social de los proveedores de la empresa. Es crucial conocer su huella en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, consumo de recursos naturales, manejo de residuos y prácticas laborales éticas. La transparencia y la obtención de información confiable son fundamentales en esta etapa, lo que puede requerir la colaboración de los proveedores para proporcionar datos relevantes.

O sea que las áreas de Ética y Compliance, por un lado, y de Compras, por el otro, deben estar más que involucradas…

Te diría que sí, porque una vez que se ha evaluado la huella de los proveedores, la empresa necesita plantear objetivos claros y medibles hacia la sustentabilidad. Y estos objetivos no pueden ser simplemente una declaración del área de comunicaciones, sino que deben alinearse con los valores de la compañía y reflejar su compromiso para reducir su impacto ambiental y social.

De acuerdo, primero establecemos dichas alianzas, luego planteamos objetivos en conjunto.

Sí. Es importante que sean metas alcanzables a corto, mediano y largo plazo para mantener el enfoque y a medir el progreso a lo largo del tiempo. Después, con los objetivos establecidos, se deben definir criterios específicos para las compras sustentables, entre los que se incluyen la eficiencia en el uso de recursos, la producción responsable, la certificación de sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa. Estos criterios guiarán el proceso de selección de proveedores, asegurando que se elijan aquellos que se alineen con los valores y objetivos de sustentabilidad de la empresa. Finalmente, se recomienda el establecimiento de indicadores de desempeño, a los fines de realizar un seguimiento continuo de su rendimiento en términos de sustentabilidad y la búsqueda de la transparencia en relación con las acciones de la empresa hacia compras sustentables, de forma tal de generar confianza entre las partes interesadas. Y digo “finalmente” pero en verdad falta un paso clave: comunicar los objetivos y las políticas de consumo responsable para que permeen en toda la organización, y que todas las personas responsables por contratar a terceros, cualquiera sea el rol que asuman en la organización, sean proveedores capaces de responder en forma sostenible.

¡A nuestro juego nos llamaron con la última aclaración! Para finalizar, queda clarísimo que estas políticas tienen un impacto más que positivo en el ambiente. Pero pensando en las empresas como jugadoras económicas además de sociales dentro del entretejido, ¿de qué manera impactan desde un punto de vista de retorno de inversión?

¡Para contestarte esto, voy a dejar que los números hablen por mí, porque a veces hablan más fuerte! Basta con ver este informe reciente de las consultoras McKinsey y NielsenIQ, en donde queda clarísimo que los productos que hicieron declaraciones en ESG crecieron más rápido que los que no lo hicieron. Clarísimo, ¿no?

Dejar un comentario