Los 5 errores más frecuentes en Comunicación Interna
La comunicación es un proceso complejo, que requiere de ciertas habilidades que no vienen dadas desde la cuna (por más que muchos piensen lo contrario). Es por este motivo que, con frecuencia, nuestros mensajes no llegan en el tiempo correcto, o a la persona indicada, o con la intención pretendida. ¿Qué estamos haciendo mal? Luego de ya varios años de experiencia como consultores en distintas empresas de Latinoamérica y España, queremos compartir contigo cuáles son los errores más comunes en los que suelen incurrir las organizaciones a la hora de gestionar sus Comunicaciones Internas.
1. No estar alineados con la Comunicación Externa
La Comunicación Interna y la Externa deben estar enviando el mismo mensaje. Esto no significa que necesariamente tengan que estar hablando de lo mismo, pero sí es importante que haya coherencia entre lo que se dice hacia el afuera y lo que se dice hacia el interior de la empresa (y, obviamente, entre lo que se dice y lo que se hace). Más que nunca en una época en la que vivimos conectados a través de las redes sociales, los límites entre la Comunicación Interna y la Externa desaparecen, y nuestros colaboradores son portavoces muy importantes de la organización hacia el exterior de la misma (incluso, mucho más creíbles que las publicidades y acciones de marketing). Es por esto que nos alegramos cuando un cliente nos dice que el rol de Comunicaciones Internas (si es que no es un departamento en sí) pertenece a Asuntos Corporativos o a Relaciones Institucionales. Cuando sucede esto, la alineación estará casi garantizada.
2. No formar alianzas
El comunicador interno es un profesional que sabe de comunicación, de planificación, de tácticas y estrategias para generar impacto… pero es imposible esperar que sepa de absolutamente todos los temas que se dan en la empresa. Es comunicador; no es contador, no es ingeniero, ni abogado, ni sabe de química o de facturación. Es por este motivo que es clave para un comunicador interno saber generar alianzas estratégicas con cada uno de los sectores de la organización para que le provean la información más relevante de su ámbito con el fin de mantener una comunicación fluida dentro de toda la empresa y aportar a la cadena de valor con el fin de que cada uno conozca su rol y el impacto que este genera en el trabajo del resto de los sectores.
3. No tener en cuenta el ecosistema de medios
Un ecosistema es una “comunidad de los seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí y se desarrollan en función de los factores físicos de un mismo ambiente” (RAE). Podemos traspolar esta definición y llevarla al ámbito de nuestra disciplina, y decir que cada comunicación es un organismo vivo (porque está en constante cambio, y debe adaptarse y adecuarse al medio y a sus públicos), y que la organización en la que se desarrolla es el biotipo o el sitio en el que las distintas comunicaciones conviven y se vinculan. Si no tenemos en cuenta el balance o la armonía de este ecosistema, lo más probable es que el mismo no perdure en el tiempo. Es por eso que cada una de nuestras comunicaciones debe ser pensada en relación a las demás, para evitar la saturación.
4. No pensar en costo vs. impacto
No todo se trata de grandes inversiones, las últimas tecnologías, brandeos de oficinas de punta a punta… Siempre (siempre, siempre) es necesario preguntarse con qué fin estamos pensando en cada táctica. ¿Qué impacto voy a lograr con esta acción? El costo en el que deberé incurrir, ¿lo justifica? Si lo que se busca es, por ejemplo, generar una actitud positiva hacia un cierto tema o un cambio de hábito, por más que consuma todo mi presupuesto en los diseños más originales y creativos y empapele las oficinas con los mismos, seguramente no lograré el fin que me he propuesto (ya que la estrategia comunicacional para lograr un objetivo en el plano actitudinal o de la acción no es la repetición de mensajes por la vía escrita, sino la palabra oral y cercana de las personas más reconocidas y respetadas de la organización). Por este motivo es que es necesario contar, en ciertas ocasiones, con ayuda profesional no solo en términos creativos o de diseño, sino también para orientar qué vehículo o canal es preferible dependiendo del mensaje a comunicar y del objetivo a cumplir. Y a esto hace referencia, justamente, el punto que viene a continuación.
5. No contar con un profesional en Comunicación Interna (o con su asesoramiento)
Este punto es básico, y viene a reforzar un poco lo que hemos comentado en la introducción de esta publicación. Todos podemos hablar, pero no todos sabemos comunicarnos de forma eficiente y eficaz. Un profesional de la Comunicación Interna es sumamente necesario en las organizaciones, sobre todo en aquellas con un alto volumen de colaboradores, para asegurar que los conocimientos de todos estén nivelados, sean los adecuados para realizar su rol de forma correcta y con la correspondiente motivación, y estén alineados con los focos que la empresa quiera transmitir para el período en cuestión. Un experto en Comunicación Interna podrá planificar la estrategia adecuada para cada una de las problemáticas que se presenten y que puedan ser encaradas desde la comunicación.
¿Detectas que alguno de estos errores se dé en tu organización? ¿Qué piensas hacer para solucionarlo? Seguramente podamos ayudarte.