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Cuando ser brillante como jefe no es suficiente

Cada día nuestro mundo laboral nos desafía, y muchos de estos retos son asumidos por los líderes, que en más de una oportunidad deben fungir como nexo entre las empresas y los colaboradores. Estos decisores están abocados a ser más y más eficientes desde las diferentes posiciones en las que se encuentren, y se los evalúa por los resultados que logran así como por la manera en la que gestionan a sus equipos de trabajo.
Ser líder significa catapultar la visión de un grupo a metas más altas, elevar el rendimiento de los colaboradores y llevar el espíritu de equipo más allá del rendimiento previsible. Pero liderar se trata también de compartir la visión de la organización, generar adhesiones e identificación entre los colaboradores, motivarlos, saber escuchar y hacerlos partícipes de la toma de decisiones. Intentar, de cierta manera, conectar los objetivos organizacionales con los de las personas que trabajan para dicha institución, tal como lo plantea la metodología bajo la cual desde la consultora trabajamos todos los días.2012-05-30_1217-650x507
Se dice que “las áreas de trabajo reflejan la personalidad y el desempeño de su jefe inmediato”. Imaginemos un caso ideal: un líder justo, centrado, dinámico, inspirador y creativo. Todo esto, supondremos, dará lugar a un área motivada, organizada y eficiente, armoniosa, orientada a las metas y sobresaliente. Sin embargo, difícilmente encontremos alguna relación de causa-efecto en las relaciones laborales, o en cualquier relación humana. ¿De qué servirán todas estas cualidades positivas en una persona si no tiene algunas competencias fundamentales como comunicador para llevar adelante su tarea en tanto Decisor?
Para desarrollar este tipo de competencias, en Vector C hemos desarrollado el Taller de Directivos: se trata de un encuentro en el que buscamos que el Decisor no solo conozca el norte de la organización, sino que cree un horizonte compartido con los otros decisores, intentando lograr un acuerdo sobre los focos de la compañía. Y bajo esta premisa, un taller de este tipo suele ser grupal, por lo que no solo trabajamos en las habilidades y los objetivos comunicacionales de un líder en particular, sino que sentamos las bases transversalmente a través de toda la organización, unificando los mensajes y nivelando el cascadeo en todas las áreas.
En sugundo lugar, se busca trabajar en la habilidad de los decisores de empatizar, dar visibilidad y empowerment a los mandos de conducción. Esto significa que una vez determinados los focos comunicacionales de la organización, no es necesario que el número uno sea el encargado de hacerle llegar el mensaje a toda la organización. En cambio, deberá descansar en los mandos medios de conducción (los transmisores), quienes tendrán la responsabilidad de transmitir los focos de CI en cascadeo a la base de la pirámide.
Por supuesto que esto último no significa que deban perder visibilidad frente a toda la compañía; es importante que el Decisor pueda determinar cuáles son las ocasiones de alto impacto en las que deberá estar en contacto con los colaboradores y velar por la existencia de estos encuentros (sea por medios formales u oralmente).
En definitiva, se trata de un espacio vivencial para líderes que generamos con los decisores de las organizaciones para trabajar en sus habilidades de comunicación y brindarles herramientas para mejorar en su rol como comunicadores.

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