Más que una red de voceros, una red de personas

Tienen muchos nombres: Red de voceros, de Referentes, de Embajadores. Pero, los llamemos como los llamemos, en todos los casos se trata de un conjunto de colaboradores de distintas áreas, con un interés en común: mejorar la Comunicación Interna de sus empresas.
A continuación compartimos el testimonio de Laura Moreno, redactora en Vector C Argentina, acerca de sus impresiones gestionando a estos grupos en distintas organizaciones.

 

Mi experiencia trabajando con una red de voceros corporativos me ha dado muchas satisfacciones y algunas enseñanzas. Por lo general, se trata de profesionales que no tienen idea de comunicación, pero que asumen el rol de nexo entre lo que pasa en sus áreas y el resto de la compañía.

Durante las primeras reuniones con los miembros de una red, es fácil identificar a la persona que está ahí porque quiere, a la que obligaron y a la que le interesa pero, como no entiende mucho, solo arriesga una mirada entusiasta y ninguna palabra. También es posible distinguir a la persona que participará en cada iniciativa y a la que le pondrá un poco de sal y pimienta a nuestra gestión.

Las primeras reuniones me resultan, por lo menos, divertidas. Un par de encuentros más tarde, comienza el verdadero desafío, que es incentivar y ayudar a cada vocero a ver los frutos de su esfuerzo. No hay, para mí, mayor motivación que cuando un vocero afirma que no tiene “nada interesante para comunicar”. Se me hace agua la boca.

Lo lindo de las palabras es que pueden convertir un dato frío o duro en una novedad atractiva. Siempre hay algo para decir. Siempre hay un punto de vista diferente para mostrar. Si el vocero más gris se entrega al entusiasmo del redactor o a la creatividad del gestor de la Comunicación Interna, pueden ocurrir textos impensados, acciones muy originales y resultados que contagien al resto. Es que, como equipo, en una red todo se multiplica, todo tiene eco.

Gestionar un grupo de voceros es una lindísima oportunidad para un comunicador. Como un pequeño universo que representa a otro mucho más grande, la red devela cómo se relaciona toda la empresa, cómo se conecta cada área, cómo se viven los acontecimientos, cómo se vinculan sus miembros.

Sin embargo, la parte que más me motiva de todo el proceso es ir conociendo a las personas, sus tiempos, qué las ilusiona, de qué forma puedo ayudarlas. Por eso, trato de aprenderme sus nombres enseguida. Es un pequeño detalle, pero a mí me gusta cuando saben el mío.

Semanas, meses más tarde, disfruto cuando me cruzo a los voceros en los pasillos y puedo quedarme conversando unos minutos sobre sus vidas dentro y fuera de la oficina. Esto último no tiene que ver con lo social. Tiene que ver con que somos personas que estamos trabajando para comunicar dentro de una empresa y que, para empezar (y por suerte), ¡la comunicación ha fluido entre nosotros!

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