Mucho más que un copy paste
En el siglo XXI hemos sido bendecidos por el auge de las nuevas tecnologías de comunicación, que en muchas oportunidades hacen más simple nuestro trabajo y nos permiten estar mucho más cerca de nuestros interlocutores (literalmente, incluso dentro de sus bolsillos). Tabletas y teléfonos inteligentes, podcasts, carteleras digitales, newsletters, Intranets, blogs, redes sociales internas ponen a disposición la posibilidad de estar más conectados. Sin embargo, no todos los comunicadores internos aprovechan esta oportunidad, principalmente por desconocimiento del término o del uso del “transmedia”.
La separación geográfica, la mezcla de generaciones que conviven en una organización o los propios gustos personales de los colaboradores implican tener que implementar y gestionar un mix de vehículos sin dejar de lado las tecnologías más tradicionales para asegurar el correcto acceso a la información de todos nuestros colaboradores. Lo que no significa solamente adaptar una comunicación de un formato a otro. Es aquí cuando se presenta el desafío del transmedialidad (¡incluso desde su pronunciación!).
Transmedialidad es romper los límites que el propio medio impone. El término “transmedia” designa la forma de buscar y combinar distintos medios de comunicación para lograr un nuevo relato que capte la atención y la participación de nuestro público objetivo (porque si la montaña no va a Mahoma…). Pero esto no significa cortar y pegar, ni es un mero replicar de información. Subir una nota al portal interno, para luego imprimirla y colgarla en las carteleras, hacer un programa de radio leyéndola y finalmente repartir un newsletter a fin de mes con la misma información, simplemente es triplicar esfuerzos, energía, recursos… y es también cansar a nuestro interlocutor. Porque cada uno de nuestros vehículos tiene un porqué y un para qué, y el público espera que eso sea respetado. Un adelantado, este McLuhan con eso de que “el medio es el mensaje”.
Series televisivas cuyos personajes tienen cuentas reales en twitter. Discos con códigos QR para acceder a material inédito o al backstage de su producción. Novelas con páginas web. Sin ir más lejos, como claro ejemplo podemos citar al conocidísimo libro de Harry Potter. Comenzó siendo una novela impresa, pero si ingresamos al sitio web no encontraremos la versión online de la misma. Por el contrario, accederemos a otro tipo de entretenimiento relacionado con el tema: juegos, trivias, selección de tu casa de la escuela de magia, descubrir tu “patronus”, realizar actividades “DYI” (do it yourself) y un gran etcétera.
Para lograr un relato transmedia, siempre que la lógica de la organización nos lo permita, en Vector C solemos hablar de un “ecosistema de medios” con una lógica de complementariedad, puesto que un translector se mueve ágilmente entre diferentes medios y plataformas de comunicación. El “prosumidor” de hoy, acostumbrado a esta lógica de lectura y generación de contenidos, está esperando que desde la organización se le presenten medios adecuados a su forma de leer y de acceder a los discursos.
Por esta razón, contar con un análisis pormenorizado de cada uno de los medios de los que disponemos es ideal, pero es mucho mejor poder establecer a posteriori la mejor forma de hacerlos convivir. De combinarlos y lograr nuevas y originales formas de comunicar. De eso hablamos cuando hablamos de ecosistema: todo debe tener una razón de ser. Ya sea desde la complementariedad, desde la segmentación o utilizando estrategias de refuerzo, lo importante es que entre ellos no compitan en atención y no saturen, sino que conversen. Que cada publicación pueda ser entendida independientemente del resto, pero que puesta en conjunto se vea enriquecida. Y esta es otra de las tantas funciones y responsabilidades de la Comunicación Interna.
¿Te ha interesado el tema? Hablaremos más sobre transmedia y ecosistemas mediáticos más adelante. Suscríbete a nuestro blog y no te lo pierdas.