Comunicación sistémica
Roman Jakobson hablaba de un mensaje que era transmitido de un emisor a un receptor en un contexto determinado, con un código en común y a través de un contacto o canal.
Si trasladáramos esta teoría a una imagen, sería una flecha que va de un lado hacia el otro.
Si bien eso ocurre en muchas comunicaciones (unilaterales), hoy la comunicación más efectiva se tornó multidireccional y bilateral. No hay pasividad en el acto de la comunicación, sino activa participación de las partes involucradas. Y eso lo hace rico y completo.
Como desde la época de Jakobson las teorías de la comunicación se multiplicaron, dentro de las organizaciones también se tuvieron que reinventar para seguir sorprendiendo a un público cautivo. Porque la Comunicación Interna, si bien está dirigida a los colaboradores de una institución, compite con los avances y las innovaciones que cualquier otro tipo de comunicación (externa, institucional, publicitaria) lanza al mercado.
Entonces, para lograr la atención de los empleados -cuya capacidad de concentración a su vez también lidia con otras actividades, proyectos y pensamientos- hay que ser creativos, sugerir ideas permanentemente y conocer los antecedentes implementados para no repetir ni cometer dos veces los mismos errores.
Una fórmula infalible: los sistemas 360. Aquellos que involucran a la cantidad necesaria de colaboradores como para que el compromiso para con la instalación o activación de un tema surja de todos los ángulos.
Si buscamos implantar una temática y sólo elegimos un canal o un medio o nos dirigimos a un público en particular, estaremos abordando un pequeño porcentaje del total.
Los sistemas 360 buscan involucrar a todas las partes en la producción y recepción de los mensajes. Esto es: al CEO, a los Directores, a los Mandos de Conducción, a los colaboradores sin gente a cargo. Apelan a la cocreación de los mensajes y al sponsoreo interno de los actores participantes, que multiplicarán el efecto como si se tratara de una onda expansiva.
En la práctica, el sistema 360 puede tener al CEO como protagonista de un discurso corporativo, pero también como receptor del feedback de las acciones previo a lanzarse, durante la campaña y posterior a su kick off. A su vez, puede convocar a un grupo interdisciplinario de voluntarios, reconocidos o convocados para pretestear las acciones, ser los embajadores de las mismas en sus áreas y la compañía en general, coparticipar en su creación, buscar feedback e indicadores de gestión, entre algunas de sus responsabilidades. También, va a acudir a los medios tradicionales (existentes o no) y a los no tradicionales. No olvidemos que si se busca impacto, nada mejor que un grupo de actores bien guionados para mezclarse entre la gente y sorprender con un claro mensaje, lúdicamente encarado. Las acciones interpersonales, con respeto de los niveles jerárquicos (es decir, en cascada primero, pero como ciclo de comunicación – bilateral, después) deben decir «presente» en un sistema 360. Que no falte la medición cuanti cuali de todo lo que se realiza, porque como antedicho, es la puerta de entrada al posicionamiento en un Directorio y el antecedente a explicar el retorno de la inversión que la iniciativa tuvo.
En resumen, definir los focos, plasmarlos en vehículos mediatos e inmediatos, desarrollar acciones presenciales que busquen transmitir el mensaje de campaña para que pueda trasladarse inmediatamente a la acción, medir la gestión. Ese sería el plan.
Y luego, que todos los actores involucrados (todos los colaboradores de la compañía) sean emisores y receptores. Que salgan de su rol y se involucren de lleno en el tema a transmitir. Que los mensajes fluyan vertical, horizontal y transversalmente. Que la creatividad y el entretenimiento sean leitmotiv y el factor sorpresa esté presente. Que las acciones desarrolladas en un país trasciendan las fronteras por ser innovadoras y sorpresivas, pero sobre todo efectivas.