Sensible y Tangible: las zonas por las que transita la CI

¿De qué manera transmitimos los mensajes organizacionales? Medios, canales, soportes, herramientas, vehículos de comunicación interna… si bien existen algunas distinciones que diferencian los significados de estos términos, suelen ser palabras utilizadas como sinónimos en el ámbito empresarial para referirse a las distintas maneras que tiene el departamento de Comunicación Interna de difundir sus mensajes entre la gente.

Desde aquí, preferimos llamarlos vehículos, porque nos resulta una metáfora mucho más clara: son justamente los que nos permiten vehiculizar estos grandes mensajes para que lleguen a las manos, a la vista, a los oídos de las personas. Son los que transportan el mensaje y lo hacen llegar a su destino.

Conduciendo la Comunicación Interna

Como sabemos, existen vehículos escritos y otros orales. Y si bien ambos tipos son necesarios para lograr transitar (siguiendo con la metáfora) por toda la empresa, no funcionan el uno sin el otro.

Imaginemos a la organización dividida en dos zonas (o rutas, o autovías): una primera ruta por la que solo circula la palabra escrita. En este camino, los vehículos que transitan son la intranet, cartelera, correo, flyers, postales, newsletters. Su difusión en tiempo y forma, así como los contenidos a comunicar están 100% bajo el control del sector de Comunicación Interna, que es el único encargado de conducirlos y de direccionarlos hacia la meta. Quien sea responsable por sector podrá decidir cómo escribir los mensajes, cuándo enviarlos, dónde imprimirlos, a quién hacérselos llegar (en fin, cómo manejarlos). Son tangibles, quedan plasmados en un soporte ya sea físico o digital, que media entre quien envía el mensaje y quien lo recibe. Es por eso que a este tipo de vehículos los llamamos mediatos.

Con la palabra escrita, transitando la zona o ruta tangible, únicamente vamos a lograr informar o generar recordación (siempre y cuando hayamos logrado llamar la atención de las personas para que se detengan a leer y, al hacerlo, nuestro mensaje les parezca útil, claro y creíble). Porque la intención, la credibilidad de la información, el objetivo y todo lo que le podamos adjudicar al mensaje estará en patria potestad de quien lo reciba.

Y nunca sabremos qué le vamos a estar haciendo sentir a nuestra audiencia, por más brillante que sea el diseño o mejores escritores que seamos. Podemos llegar a influenciar la motivación y el entendimiento, pero nunca estaremos 100% seguros de que esto suceda. Porque cada piloto necesita de copilotos, por más que seamos los Schumacher de la comunicación interna.

¿Quién maneja a nuestro lado?

Aparece entonces una segunda ruta. La zona sensible, que comprende vehículos y gestión de comunicación interna pero que tienen que ver con acciones presenciales, con la oralidad y la cercanía. ¡Pronto te contaremos más acerca de esta segunda opción para que conduzcas lo más efectivamente tus mensajes a lo largo y ancho de la organización!

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