Sobre sentido, propósito y Comunicación Interna

Navegando las redes nos encontramos con este artículo que habíamos guardado desde hace ya un tiempo titulado “Los jóvenes se cuestionan cada vez más temprano la coherencia entre ellos y su trabajo”. Creemos que el resultado de nuestra labor diaria (al menos de quienes nos dedicamos a la Comunicación Interna o a los Recursos Humanos) tiene un poco que ver con eso, ¿no? Mantener felices a los colaboradores, proveerles de sentido, además de un sueldo, para que puedan retribuirlo con su trabajo a la empresa.
«Estamos en un cambio de época en el que todo se resignifica. Un juego nuevo que requiere reglas nuevas: la economía de la colaboración, la persona como protagonista, el tiempo como atributo más valorado, la búsqueda del propósito, el bienestar como tendencia macro”.
Así comienza la nota del periódico Infobae. Cuando decimos que la Comunicación Interna tiene que conectar los objetivos de la empresa con los de sus colaboradores, nos referimos especialmente a esta búsqueda de propósito que se menciona en el entrecomillado. Si no logran este vínculo, los empleados se irán de la empresa en busca de otra organización que sí les provea un sentido a su trabajo, porque hoy se valora mucho más el hecho de sentirse realizado que el mero hecho de ganar dinero.
“A diferencia de lo que ocurría en el siglo XX, las personas no siguen patrones preestablecidos por la sociedad, sino que buscan encontrar «su» lugar en el mundo del trabajo. El trabajo ideal no sigue entonces un «modelo de éxito», sino que depende de cada persona y del peso de distintos factores para cada persona”, expresa Héctor Medina, autor de la nota. “En ese cambio de época, uno de los impactos más grandes se da en la relación persona-trabajo. La gente querría trabajar de otra forma: con más libertad, más autonomía, menos burocracia, más transparencia. Y trabajando en las organizaciones de la época anterior se sienten, entonces, desencajados”.
¿Cómo hacemos para traer a nuestras organizaciones a la “época actual”? La transparencia, como menciona Infobae, podría ser una de las claves (hace un tiempo publicamos en Blog C una nota relacionada con este tema, pueden encontrarla aquí). Dar a conocer los resultados, qué se espera de los equipos y de las personas, cuál es el rol que ocupan dentro de todo el proceso, para darles una visión más holística acerca del negocio, sirve para darle un sentido a su trabajo (esto de “no estamos picando piedras, estamos construyendo una catedral”). No hacerlo podría ser uno de los motivos que traiga aparejada la fuga de talentos.
No somos tan inocentes: obviamente, esto aplica, como siempre, a los casos en los que las necesidades básicas estén satisfechas. Y al coraje que tengan y riesgos que estén dispuestos a correr los colaboradores en mayor o menor medida. Pero este coraje y estos riesgos son, en las nuevas generaciones, cada vez más elevados. ¿Estamos a la altura?