¿Hablamos el mismo idioma?

Memes, boomerangs, selfies, dubmash, filtros, hashtags, emojis, gifs… Son términos que, si trabajamos con gente de menos de 40 años, todo el mundo conocerá dentro de la empresa. Porque son las nuevas formas de comunicar en la era de decir las cosas con cada vez menos palabras (ni siquiera palabras, ahora se cuentan incluso los caracteres). Desde la irrupción de las redes sociales en nuestra vida cotidiana, la concentración de las personas bajó porque ahora hay estímulos constantes, notificaciones de cada una de las aplicaciones instaladas, y una nueva costumbre de sintetizar todo aquello que queremos decir en un gesto, una expresión o una imagen irónica con una pequeña bajada. ¿Podemos pretender, entonces, que las personas se sienten a leer un comunicado extenso (sobre todo si no es un tema que les interese 100%)?

Comunicación Interna 2.0

Es muy simplista pensar “es información de trabajo, no hay opción, deberán leerla porque es parte de su responsabilidad dentro de la organización”. Pero lo cierto es que “el deber ser” no siempre es el que se impone, y así muchas campañas de comunicación interna terminan fallando en cuanto a efectividad y sobre todo en cuanto a impacto. Porque si cambiaron las formas de comunicarse de las personas, es obvio que los estímulos que necesitaremos para llegar a ellas con nuestras comunicaciones también deberán adecuarse. ¡Hay que hablar el nuevo idioma!

Muchas empresas ya se dieron cuenta de esto y comenzaron a implementar redes sociales como una de las principales herramientas de comunicación interna (para lo cual debieron, por supuesto, aprender a adecuar los contenidos que deseaban transmitir a los requerimientos y “buenos usos” de estas nuevas plataformas). Pero, ¿qué sucede si quiero lograr el “código 2.0” con el equipo pero el sector no tiene el presupuesto necesario o no creo que la cultura de mi empresa acompañe para invertir en este tipo de canales?

La transformación digital en la forma de comunicarnos puede ser aprovechada por el sector de comunicación interna incluso sin contar con una red social propiamente dicha. Lo único que importa es tener creatividad y cintura para poder adecuar los mensajes a las nuevas formas de comunicación 2.0, y a los vehículos con los que contemos. Comunicar con emojis, con memes, reírnos de los propios errores, usar hashtags de moda que estén marcando tendencia, armar concursos de selfies, de boomerangs, generar los propios filtros de la empresa para que las personas puedan utilizarlos. ¿Por qué no?

Que el presupuesto no sea un condicionante y que el “deber ser” no nos estanque. Pensemos más allá, busquemos nuevas formas, hablemos el lenguaje de nuestra gente. Porque hacer comunicación interna no es solo escuchar y comunicar. Falta, en el medio, el entendimiento de las necesidades y preferencias de quiene están del otro lado.

 

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