La información (compartida) es poder
Es una frase ya muy conocida aquella que dice que “la información es poder”. La escuchaste, ¿verdad? ¿Qué te parece? Lo cierto es que, tal como se la conoce, creemos que en los tiempos que corren no puede ser más errada. Porque las empresas cambian, las estrategias varían, los equipos rotan y en todos estos procesos, mucha información se pierde en el camino. Es decir, las empresas con una cultura de “datos cerrados” van perdiendo poder.
Con este planteo no estamos diciendo que la información no sea importante -de hecho, es un factor vital para el éxito de cualquier organización-. Lo que sí nos parece es que la mencionada frase, tal como está planteada, caducó. Venimos entonces a plantear un posible arreglo; se trata simplemente de añadir una palabra que le cambia totalmente el significado o, mejor dicho, lo adecúa al siglo XXI: la información compartida es poder.
Si bien las empresas son dueñas de ciertos datos (fórmulas, patentes, metodologías), lo más importante no son los datos en sí, sino el conocimiento que generan con los mismos. Algún tiempo atrás nos hacíamos algunas preguntas al respecto en este mismo blog y desarrollábamos distintas ideas acerca de la gestión del conocimiento y los niveles de transparencia a la hora de permitir la circulación de la información dentro de la empresa. Sin embargo, el tema es tan amplio e interesante que algunas de estas preguntas -respuestas, mejor dicho- nos “quedaron afuera” del artículo. Es por eso que retomamos hoy, pero en forma bien puntual (para asegurarnos de que esta vez sí podamos responder todo).
¿Qué es el término Open Data del que tanto venimos escuchando?
Se trata de una práctica que busca disponibilizar información para que la misma sea accesible a todo el mundo. Si nos limitamos al interior de las empresas, esto significaría que todas las personas que forman parte de la organización puedan acceder a la información clave que la misma genera. Sin embargo, con los datos solos muchas veces no basta. Por eso también entra a jugar el término “open knowledge”, o conocimiento abierto. Este open knowledge es precisamente en lo que los datos abiertos se convierten cuando resultan útiles y utilizables a las personas interesadas -y en última instancia, a la empresa que las emplea-.
¿Qué tan “open data” debe ser mi organización?
A nivel interno, una empresa puede ser tan abierta como lo desee. Las limitaciones suelen ocurrir cuando se trata de datos abiertos para todo el mundo, donde pueden existir impedimentos legales, o dificultades relacionadas con la privacidad o con la competencia.
¿Cómo puede generarse el conocimiento colectivo?
No se trata solamente de gestionar los conocimientos colectivos de toda la organización, sino que puede hacerse también en distintos niveles: por departamentos, inter-departamental, etc. Ya sea conocimiento segmentado o “masivo”, esta gestión puede lograrse a través de encuentros creados con tal fin o mediante el uso de redes colaborativas de uso interno, a través de las cuales se realicen consultas, se compartan buenas prácticas y se aporten ideas a los proyectos de otras áreas. Hoy hay nuevas tecnologías que nos permiten generar, gestionar, almacenar y distribuir rápidamente, casi sin esfuerzo y de forma gratuita grandes cantidades de información.
¿De qué depende qué tan rápido se distribuya el conocimiento?
Lógicamente, dependiendo del grado de codificación del conocimiento será más fácil -y rápida- o más compleja la distribución del mismo dentro de una organización. Entonces, para lograr una mayor velocidad a la hora de hacerlo circular, existe una serie de conversiones y conexiones que podemos realizar:
- Convertir datos e información en conocimiento
- Convertir conocimiento individual en colectivo
- Conectar a las personas con el conocimiento
- Conectar el conocimiento con las personas
- Conectar a las personas con las personas
- Conectar el conocimiento con el conocimiento
De todos y cada uno de estos puntos (fomentar las conexiones correctas y ayudar con el proceso de codificación / decodificación), es responsable -o, al menos, puede tener mucha influencia- la comunicación interna. ¿Qué estamos esperando para poner manos a la obra?