Hacia un entorno digital

Decir que estamos ingresando a la era digital sería hablar un poco en el pasado, porque promediando el 2018 podemos afirmar que estamos bien inmersos en la misma. Sin embargo, ¿sucede lo mismo al interior de las empresas? ¿Cuáles son los intentos reales de las instituciones en esto de “digitalizarse”? ¿Qué modificaciones se implementan efectivamente? ¿Y qué implicancias trae aparejadas desde el punto de vista de la Comunicación Interna?

Un reciente estudio de nuestros vecinos en Francia arrojó datos interesantes al respecto. Basándose en las respuestas de 88 participantes (Decisores de grandes empresas), la encuesta realizada por Umanis arroja que:

  • 71% de las empresas consultadas están convencidas de la utilidad de un ámbito de trabajo digital.
  • 80% de ellas cree que ya ha comenzado su transición a un entorno más digital.
  • Sin embargo, solo el 9% de las empresas posee actualmente soluciones digitales.
  • Y un 42% desearía adquirirlas dentro de los próximos 6 meses.
¿Y si pasamos del dicho al hecho?

Sin importar el rubro o tamaño de las empresas, todas y cada una de ellas se confrontan con la evolución digital constante: nuevas herramientas, plataformas y/o canales con distintas utilidades y aplicaciones surgen todo el tiempo, se consolidan, se ponen de moda en las organizaciones. Así, los puestos de trabajo se reinventan día a día, porque hay que aprender nuevas funcionalidades, nuevas versiones o nuevos procesos que acompañan al cambio digital.

Sin embargo, es importante no descuidar este cambio, porque, como todo cambio, puede traer aparejados ciertos malestares, aunque el propósito final sea el beneficio de todos los colaboradores. Es aquí donde el rol de Comunicación Interna se convierte en uno muy importante, y debe estar presente durante todo el proceso. Sabemos que estar en la vanguardia es muy importante para cualquier empresa, y las herramientas digitales traen aparejados muchos beneficios (generan agilidad y una mayor productividad, eliminan las barreras comunicacionales entre proyectos y tareas -permitiendo que fluya y se comparta mejor la información-, aceleran la innovación y el cambio, alientan el trabajo colaborativo y permiten una mejor conexión entre los equipos dispersos geográficamente). Pero el proceso comunicacional que acompañe estos cambios no debe ser dejado de lado, o los potenciales beneficios podrían tener un efecto boomerang.

Además de la “conveniencia” o de los beneficios que trae aparejado un entorno digital, también existe la “demanda” constante por parte de los propios colaboradores. Si salimos a escuchar a los colaboradores (ni hablar si se trata de jóvenes millennials), la tendencia es clara: el trabajo a distancia es sumamente demandado. Y es justamente este teletrabajo el que favorece a este “reinventarse” organizacional, transformando a la empresa en una nueva organización, con nuevos procesos y nuevas reglas. Que también deben ser comunicados oportunamente.

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