¿Cuánto vale lo que sabemos?
Hace algunos meses nuestros colegas de Argentina publicaron un artículo en Blog C en el que se propusieron comenzar a hablar acerca de la Gestión del Conocimiento, y plantearon la necesidad de generar una cultura corporativa que permita compartir el know how de cada uno para que pueda ser aprovechado por toda la empresa.
En dicho posteo, se referían al conocimiento como un activo intangible de bajo perfil: activo porque se trata de algo que una organización (o un equipo, o una persona) sabe hacer y otra no, por lo que se configura como una fuerte ventaja competitiva. De bajo perfil, porque la gente muchas veces no suele tener conciencia de lo mucho que aporta su saber a la cadena de valor organizacional. Intangible, porque a priori no se puede mostrar cuánto aporta su gestión… un momento, ¿realmente no se puede establecer cuánto aporta su gestión?
Cuando los activos son intangibles, son difíciles de cuantificar (si lo sabremos quienes nos dedicamos a la comunicación). ¡Pero difícil no es imposible! Nos proponemos entonces en este posteo plantear la necesidad de tangibilizar lo intangible. La gestión del conocimiento en una organización sí se puede demostrar. ¿Pero cómo?
Para empezar, tenemos que meternos en la cabeza de los líderes para entender por qué hablamos de que el conocimiento es intangible: muchas veces, este conocimiento organizacional está totalmente desvinculado de los números en la mente de los directivos y, por ello, no lo toman como una herramienta de gestión. Lo cierto es que, muchas veces, siguen midiendo el valor de las organizaciones en base a las maquinarias, instalaciones o cualquier otro activo físico o tangible. Sin embargo, hoy el valor de muchas empresas está representado mayoritariamente por su capital intelectual y social (además del material o del financiero). Nuevamente, si no hay números, si no se puede medir, no se puede tangibilizar. Para solucionar este problema, necesitamos llevar entonces el conocimiento al plano de lo numérico.
Cuando una organización cuenta con una estrategia de Gestión del Conocimiento, una idea para cuantificarla es comenzar a llevar mediciones sobre el uso de los distintos canales de los que se vale esta estrategia. Algunos ejemplos:
- número de consultas
- cantidad de miembros activos
- cantidad de nuevos usuarios
- descargas efectuadas
Por otro lado, también es posible obtener indicadores que de alguna manera nos ayuden a mensurar el nivel de conocimiento generado en un determinado período de tiempo, evaluando:
- buenas prácticas compartidas
- cantidad de personas formadas internamente (y el ahorro que ello representa)
- aportes realizados (individuales, por sector, por equipo)
- número de ideas que se han implementado efectivamente (y, nuevamente, el ahorro que ello representa)
Con estas mediciones (tanto del uso de los canales de la estrategia de GECO como del nivel del conocimiento) podríamos tener una base para lograr tangibilizar lo hasta ahora intangible. Así, en un próximo análisis de los directivos, el Conocimiento podría estar dentro de su cabeza para ser considerado una herramienta más de gestión.