onboarding para inmigrantes empresariales

Cambiar de patria

inmigrante
adjetivo · nombre común
[persona] Que llega a un país o región diferente de su lugar de origen para establecerse en él temporal o definitivamente.
 

Te invitamos a subir a un barco imaginario. Partiremos de un puerto indeterminado en algún lugar de Europa para cruzar el océano Atlántico y desembarcar algunas semanas después en las costas de América. Todo a nuestro alrededor está en colores sepia: hay baúles de madera llenos de recuerdos, viejas valijas de cuero apiladas y repletas de ilusiones, mar e incertidumbre a nuestro alrededor, pero también un horizonte desconocido y excitante como promesa de un futuro mejor.

¿Cómo definimos al inmigrante? Es aquella persona que proviene de un lugar diferente, alguien extranjero que llega a nuestras tierras con sentimientos encontrados: miedo, dudas, temor, alegría, entusiasmo, esperanza. ¿Qué tiene esto que ver con Blog C? ¿Acaso no veníamos a hablar de comunicación interna? Sí, ¡ya llegamos al punto! No nos hagas perder el hilo 😛

Hablábamos de los sentimientos encontrados de una persona que llega a un nuevo territorio. Sentimientos que también podemos encontrar cada vez que comenzamos un nuevo trabajo. Porque al pasar de una empresa a otra, también cambiamos de “región” y de “cultura”. Encontramos nuevas formas de hacer las cosas, nuevos colegas, valores, misión, ritos e historias que no conocíamos y con las que deberemos convivir. ¿Podemos pensar entonces en quienes se suman al equipo como inmigrantes empresariales o laborales? Salvando algunas distancias —y océanos—, que sí.

Las migraciones se dieron desde los comienzos de la historia, pero durante la segunda mitad del siglo XIX comenzó a impulsarse la navegación transoceánica, y esto sumado a las crisis económicas y políticas de Europa, fue la combinación perfecta para la gran inmigración europea. En la actualidad, para una persona trabajadora, ¿cuáles son los factores que la impulsan a cambiar de “patria” (o a convertirse en inmigrantes empresariales)? Si bien la inestabilidad económica actual es justamente lo que hoy la mantiene aferrada a lo conocido, las nuevas generaciones (nietos y bisnietos de aquellos inmigrantes de los barcos) vienen con un nuevo chip, en el que los desafíos y los ideales tienen muchas veces tanto o más peso que la estabilidad y “lo seguro”, y son motivos suficientes para abandonar “la patria” anterior y pasar a ser inmigrantes empresariales (o incluso inmigrantes reales, con cambio de país incluido).

Allí por el 1800, varios países de América recibían a las distintas oleadas de inmigrantes con tierras y trabajo. Pero no había un programa que les ayudara a establecerse culturalmente, a aprender el idioma. De esto sí hemos aprendido en el siglo XXI, y por eso muchas empresas tienen programas formales o informales de onboarding, indispensables para ayudar al nuevo talento a generar un vínculo rápido con su nueva organización. A que comprenda el nuevo idioma en el que deberá hablar de aquí en adelante. A que conozca cuáles son las normas y costumbres de este nuevo lugar, qué actitudes son bienvenidas y cuáles es mejor dejar en la valija.

Pero para ser inmigrante, se debe haber sido emigrante previamente. ¿Qué tuvo que dejar atrás esta persona? ¿Realmente lo dejó atrás o lo lleva consigo? Cada nuevo talento que se incorpora trae su propio “equipaje”. Por supuesto que, a la hora de abrirle las puertas a la empresa, el equipo de reclutamiento analizará si su forma de ser es compatible con la cultura que se quiere generar. Pero esto no implica necesariamente contratar siempre a los mismos perfiles (en ese caso, se perdería la valiosísima diversidad cultural). Por este motivo, el onboarding es mucho más que una inducción; no es un proceso de “barrido y cuenta nueva”, sino de aprovechar todo el bagaje anterior de cada “inmigrante laboral”, sus experiencias previas —que puedan transformarse en nuevas ideas, en cosas que no habíamos pensado, en puntos de vista diferentes que nos enriquezcan.

El onboarding tiene que ver justamente con esta doble vía para que quien ingresa se integre bien con la cultura de la empresa, y que pase a formar parte de la misma sin olvidar los contenidos que trae en esa vieja valija de cuero que bajó del barco. Valija que, al final del recorrido, atesorará muchísimas historias, culturas y “patrias” más. Porque los y las inmigrantes empresariales del siglo XXI tienen alma de viajeros/as, y se suben y bajan del barco a medida que encuentran nuevos retos en el horizonte. Mientras tanto, por lo que dure el viaje, mejor que estén “on board”.