Gestores: hacer proactivamente

En la mayoría de las organizaciones, por más verticales u horizontales que sean, existe una cierta jerarquía a la hora de tomar decisiones, transmitirlas y ejecutarlas. Aquí entran en juego los agentes de la comunicación interna, que, dependiendo del lugar en el que se encuentren dentro de ese esquema, tendrán uno u otro rol en la cadena comunicativa, con distintas responsabilidades asociadas.

Algunos posteos atrás repasamos las principales responsabilidades que debiera tener el equipo de Decisores y el de Transmisores para convertirse en superagentes. Hoy, en cambio, nos concentraremos en aquellas personas que conforman el 90% de la pirámide organizacional: el grupo de Gestores.

Como mencionamos con anterioridad, la primera de estas responsabilidades es compartida con el equipo de Transmisores. Se trata de la cadena de valor, y es un tema que atraviesa de forma vertical a la pirámide organizacional. Si entre el grupo de Gestores no agregan valor a los procesos en los que se ven involucrados, la cadena se rompe. El rol de la comunicación interna aquí es lograr identificar el quiebre, repararlo y trabajar en todos los niveles que la cadena involucre para poder restablecer el trabajo en equipo en pos de un objetivo común para la organización.

La siguiente responsabilidad exigible para con estas personas es la proactividad. No queremos que se recepcione pasivamente la comunicación. Queremos que se hagan cargo de ir a buscar la información, de demandarla, de compartirla, que tengan conciencia de que cada persona también está generando información todo el tiempo, y que puede agregar valor con su comunicación o contaminarla. Solo así se alcanzará la madurez comunicacional de este grupo de agentes.

Cuando entre Gestores hay proactividad, se produce un efecto multiplicador de los mensajes. Solo al comprender las decisiones que sus líderes les comunican (lo que puede implicar que las desafíen, que las procesen, que las desmenucen hasta apropiárselas), son capaces de difundirlas y defenderlas a conciencia. De esta manera, es posible llegar a más lugares, a más áreas y con una mejor adaptación del mensaje, dependiendo de cada entorno.

Además, sacar las personas de la pasividad y lograr su proactividad implicará un crecimiento y un desarrollo enorme en términos de comunicación y, por ende, resultados.

Feedback es la última (no menos importante, claro) de las responsabilidades. Los beneficios de llevar adelante esta tarea son conocidos; el feedback permite la cercanía, acorta las distancias, posibilita que cada líder conozca mejor a sus reportes y viceversa. A su vez, estimula el desarrollo, la evolución y las ganas de superarse de la organización entera, no solo de quienes ocupan la base. Pero el feedback debe comprenderse como una habilidad a desarrollar, y no como un proceso que se da naturalmente. Y aquí entra en juego el rol del área de Comunicación Interna para “educar” a las personas en este proceso.

En tanto todas las personas sin gente a cargo tengan claras estas responsabilidades (idealmente, que figuren de forma explícita en la descripción de su rol), contaremos con agentes de cambio reales dentro de  la organización. En la era digital y de las redes sociales, a muchas de estas características ya las incentivan las herramientas que al grupo de Gestores les son familiares. La comunicación interna, en un marco estratégico, por supuesto, puede hacer buen uso de estos recursos y potenciar parte de las responsabilidades que quienes ocupan la base de la pirámide tienen comunicacionalmente, en pos de un impacto organizacional positivo.

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